lunes, 18 de agosto de 2014

Vivamos y amémonos


He aquí otra musicalización e interpetación de unos versos bastante conocidos de Catulo, el poema de los besos, a cargo del grupo Tyrtarion. Os ofrezco además varias versiones de este poema a cargo de varios traductores españoles, algunos de ellos poetas como Luis Antonio de Villena, García Calvo, Ramón Irigoyen y Aníbal Núñez.

La traducción perfecta no existe, así que es preciso muchas veces conocer y comparar varias para acercarnos al sabor del original; todas, por muy malas que sean, tienen algún acierto.

En primer lugar, el poema 5 de Catulo en versión original latina; y, a continuación,  las traducciones en verso que he ido recopilando. No doy cuenta de otras en prosa, como la de Juan Petit de 1974, una de las pioneras y más meritorias.

No hace falta decir, por otra parte, que tanto la música como la interpretación de Tyrtarion son magistrales. Muy oportunas, además, también las imágenes de frescos  y mosaicos romanos que acompañan a la canción. 

 

Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt:
nobis, cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum,
dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.

- 1 -
Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
y las murmuraciones de los adustos viejos
pensemos que no valen ni el peor céntimo.
Los días pueden morir y renacer de nuevo;
nosotros, una vez extinta nuestra breve luz,
habremos de dormir una sola noche perpetua.
Dame, pues, mil besos y después cien,
otros mil después, y por segunda vez otros ciento,
después mil sin parar, y después cien de nuevo
y cuando nuestra cuenta haya sumado
muchos miles, embrollémosla, no los contemos,
para que ningún envidioso pueda causarnos desgracia
al saber que han sido tantos, tantos, los besos.
(Luis Antonio de Villena)

- 2 –
Vivamos para amarnos, Lesbia mía,
 y de los viejos las murmuraciones
estimemos en menos de un sestercio.
El sol se oculta y torna; mas nosotros,
si una vez sola nuestra luz se apaga,
dormimos para siempre noche eterna.
Dame mil besos, dame después ciento,
mil todavía y otros ciento luego,
y otros mil, y otros ciento, y así siempre,
hasta que sumen ya tantos millares
que la cuenta, perdidos, no sepamos
ni nos haga mal de ojo un envidioso
al llegar a saber cuántos han sido.
(José Mª Alonso Gamo)

- 3 –
Lesbia mía, vivamos, nos amemos,
y el gruñir de los serios personajes
en total nos importe dos ochavos.
Soles pueden ponerse, y vuelven soles:
al ponérsenos esta lucecita,
una noche a dormir nos queda eterna.
Dame besos, y mil, y luego ciento,
luego mil otra vez, de nuevo ciento,
luego mil sin parar, y luego ciento;
luego, ya que sumemos muchos miles,
confundamos la cuenta, no sepamos
ni un malvado nos pueda echar mal ojo
cuando sepa que había tantos besos.
(Agustín García Calvo)

- 4 –
Vivamos, Lesbia mía, y amemos;
los rumores severos de los viejos
que no valgan ni un duro todos juntos.
Se pone y sale el sol, mas a nosotros,
apenas se nos pone la luz breve,
sola noche sin fin dormir nos toca.
Pero dame mil besos, luego ciento,
después mil otra vez, de nuevo ciento,
luego otros mil aún, y luego ciento...
Después, cuando sumemos muchos miles, 
confundamos la cuenta hasta perderla,
que hechizarnos no pueda el envidioso
al saber el total de nuestros besos.
(Juan Manuel Rodríguez Tobal)

- 5 –
Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
 nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
 nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.
(Antonio Ramírez de Verger)

- 6 –
Lesbia mía, vivamos y gócemonos,
sin que de la opinión del grave anciano
se nos importe a ti y a mí ni un pito.
El sol puede ponerse, salir luego;
pero, si cesa nuestra luz, nosotros
en una eterna noche dormiremos.
Dame mil besos, pues, luego otros cien,
y otros mil, y después otros cien más,
todavía otros mil, más tarde cientos,
de tal manera que, al final, la cuenta
se perderá, y le será imposible
al envidioso, y a su maleficio,
saber cuántos han sido nuestros besos.
(Mariano Roldán)

-7-
 Vivamos, Lesbia mía, y amémonos 
y no nos importen un as todos los chismes
de los ancianos más ceñudos.
Los soles pueden ponerse y renacer.
Pero nosotros, una vez que se extinga nuestra breve luz,
una noche perpetua tenemos que dormir.
Dame mil besos, luego cien,
luego otros mil, cien más después,
y otra vez mil seguidos y otros cien.
Y cuando hayamos sumado muchos miles,
embrollaremos la cuenta para no saberla
y para que ningún malvado pueda aojarnos
si supiera que tanto nos besamos.
(Ramón Irigoyen) 

- 8 -
Vivamos, Lesbia, amemos;
que nos importe un bledo
el cuchicheo de los carcamales.
Puede morir el sol y renacer,
mas, una vez que muere nuestra breve luz,
una y eterna noche para dormir nos queda.
Mil besos dame, después ciento,
luego otros mil y otra vez ciento
hasta otros mil y luego ciento.
Y, cuando ya sumemos muchos miles,
borrón y cuenta nueva para que no sepamos
cuántos besos llevamos ni lo sepa
ningún gafe envidioso.
(Aníbal Núñez)
 



 


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